Un sentimiento que hacía mucho tiempo que no sentía era la frustración, y menos en el Aikido. Cada año que pasaba cuando empecé a practicarlo sentía más satisfacción, me divertía más. Pero este año, después de 20 años de práctica, de repente me sentí frustrada. Pero muy frustrada.
¿Cuándo pasó y por qué?
Acudí a un seminario de Aikido con un Maestro que no conocía antes, tampoco conocía su trabajo. Sólo había visto alguna foto de él. Era español, y no pensé que su Aikido fuera a ser tan distinto. En realidad quizá no era el problema del Aikido ni de su forma, sino que el problema estaba en mí. Quizá me había confiado mucho creyendo que “ya lo sabía todo” y me llevé una gran sorpresa.
Suponía que ya lo sabía todo y me llevé una gran sorpresa.
De repente, desde la primera hora de clase, noté que eso que yo estaba acostumbrada a hacer no servía. Que ni siquiera mi forma de hacer de uke era lo que el Maestro esperaba de mí. Fue un constante corregir y corregir. Esto hazlo así, esto de esta manera… Parecía que todo lo que hacía estaba mal hecho. Y no solo con el Maestro, sino también los alumnos, que me corregían sin cesar.
¿Qué estaba haciendo mal? Todo. Por lo menos esa era mi impresión.
Entonces empecé a sentirme mal. No podía ser que todos los años de práctica que tengo y lo esté haciendo todo mal. Cuando acudo a seminarios, me gusta que los Maestros me corrijan. Al fin y al cabo para eso voy, ¿no? Si no me corrigen nada me voy con la sensación de que no he aprendido nada. Pero algo muy distinto es que te corrijan todo.
Entonces entras en una especie de bloqueo mental. De repente nada encaja. Ya nada fluye, todo te lo cuestionas. Y la gran pregunta: ¿Qué está pasando, por qué me siento así?
A medida que iba avanzando la clase me iba sintiendo peor. De alguna manera tenía que significar algo. Y apareció la palabra muy clara en mi mente: FRUSTRACIÓN
Ostras, me estoy sintiendo frustrada.
¿Por qué aparece la frustración?
La primera pregunta que me hice fue ¿por qué me siento frustrada?
La frustración aparece cada vez que vemos que a pesar de todos los esfuerzos que hacemos por conseguir algo no obtenemos la recompensa esperada.
Ahí están las dos palabras claves:
- esfuerzo
- Recompensa
Estamos acostumbrados a que el resultado sea directamente proporcional al esfuerzo que le dediquemos. Y cuando esto no es así, nos comenzamos a frustrar.
Yo estaba esforzándome en hacer Aikido como decía el Maestro, pero en vez de sentir que lo hacía bien (o al menos mejorarlo), recibía otra corrección más. Es decir, no estaba recibiendo ninguna “recompensa”, ningún feedback positivo. Al contrario, otra corrección más.
Seguramente lo estaba haciendo mejor, pero todos necesitamos un feedback positivo para no caer en este sentimiento de frustración.
Y eso nos pasa en el día a día. A veces nos vemos rodeados de números obstáculos que intentamos superar con esfuerzo, y cuando vemos que no obtenemos resultados positivos empezamos a sentirnos frustrados.
Lo que nos dice la Frustración
Cuando aparece este sentimiento, toma una pausa y analiza si lo que pasa es que estás convencido de que podrías hacerlo mejor de lo que lo estás haciendo ahora.
Este sentimiento no debería paralizarte, sino invitarte a que mejores, porque es tu cerebro el que te está diciendo que sabes que puedes hacerlo mejor.
Por lo tanto, ten en cuenta que ¡es una señal muy positiva!
Una señal que te indica que la solución al problema está muy cerca, pero lo que estás haciendo en la actualidad no está funcionando. En consecuencia, necesitas cambiar tu actitud si quieres alcanzar tu objetivo. Te está pidiendo ser más flexible.
En la práctica de Aikido, significa que cuando te sientes frustrado no deberías tirar la toalla, busca otra forma de hacer, reflexiona, sé flexible y no te ofusques con lo que estás haciendo. El camino más facil podía haber sido dejar de practicar con ese Maestro. Decirse a uno mismo que no es “el Aikido que practico” o “el que me gusta”, y abandonar.
Este es el camino fácil, el que sigue mucha gente porque es el más cómodo. También es lo que estamos acostumbrados a hacer hoy en día. Cuando algo no funciona lo tiramos y compramos uno nuevo. Cuando una relación no termina de cuajar nos separamos y buscamos pareja nueva. Si el Aikido me parece complicado lo dejo y busco otra actividad. Así con todo. Al fin y al cabo es la manera de proceder a la que estamos acostumbrados.
¿Pero es ese el camino? Creo que no. Supongo que el sentirme así me estaba diciendo que había algo que debía aprender.
Aprendiendo de la Frustración
Así que vamos a ver qué podemos aprender de ese día:
- Lo primero es darte cuenta de que te sientes frustrado y analizar qué es lo que te está activando este sentimiento.
- Piensa que la frustración que sientes es tu amiga, te está moviendo para que busques nuevas formas de obtener un resultado y no te ofusques.
- Busca otras personas que hayan obtenido ese resultado e intenta imitarlos. Pregúntales cómo lo han obtenido, cómo puedes ser más efectivo para obtener el resultado.
- Intenta mantenerte fascinado por los resultados que vas a poder obtener, verlo como un desafío, un reto a alcanzar.
A mí me gustan mucho los retos, me desafían a esforzarme para alcanzarlos. Incluso parece que cuanto más difíciles de alcanzar parezcan, más me gustan.
Si descubres qué es lo que te está generando esa frustración, conviértelo en un reto.
De esa manera transformas el sentimiento negativo de la frustración en algo positivo, que te motive a seguir aprendiendo, mejorando y disfrutando, con un objetivo que alcanzar que te hará crecer como persona.
Así que cada vez que te sientas frustrado, reconoce que es tu cerebro que te está dando un toque para que espabiles y busques mejores soluciones al problema al que te estás enfrentando. No decaigas porque el resultado óptimo está a la vuelta de la esquina. Busca referentes que te ayuden a conseguir tus metas, y sobre todo: No decaigas.